En la mitología griega, Ares se considera el dios olímpico de la guerra, aunque es más bien la personificación de la fuerza bruta y la violencia, así como del tumulto, confusión y horrores de las batallas, en contraposición a su hermanastra Atenea, que representa la meditación y sabiduría en los asuntos de la guerra y protege a los hombres y sus habitaciones de sus estragos.

Se le representa como hijo de Zeus y Hera, aunque existe una tradición posterior según la cual Hera lo concibió al tocar una determinada flor, en lo que parece ser una imitación de la leyenda sobre el nacimiento de Hefesto, y es recogida por Ovidio. Su lugar de nacimiento y auténtico hogar estaba situado lejos, entre los bárbaros y belicosos tracios, y a él huyó cuando fue descubierto acostándose con Afrodita.

En un mito arcaico, relatado en La Ilíada por la diosa Dione a su hija Afrodita, dos gigantes ctónicos, los Alóadas, Oto y Efialtes, encadenaban a Ares y le encerraban en una urna de bronce, donde tuvo que resistir trece meses. «Allí pereciera el dios insaciable de combate, si su madrastra [de los Alóadas], la bellísima Eribea, no lo hubiese participado a Hermes». «En éste se sospecha un festival de libertinaje que se desata al decimotercer mes». Ares estuvo gritando y aullando en la urna hasta que Hermes lo rescató y Artemisa engañó a los Aloadás transformándose en ciervo y haciendo que los hermanos se arrojaran sus lanzas uno al otro, matándose.

Existen relatos de un hijo de Ares, Cicno de Macedonia, que fue tan sanguinario que intentó construir un templo con las calaveras y huesos de los viajeros a los que asesinaba. Heracles mató a este abominable monstruo, provocando la cólera de Ares, a quien también derrotó, obligádole a volver al Olimpo.

Se le representa como hijo de Zeus y Hera, aunque existe una tradición posterior según la cual Hera lo concibió al tocar una determinada flor, en lo que parece ser una imitación de la leyenda sobre el nacimiento de Hefesto, y es recogida por Ovidio. Su lugar de nacimiento y auténtico hogar estaba situado lejos, entre los bárbaros y belicosos tracios, y a él huyó cuando fue descubierto acostándose con Afrodita.

En un mito arcaico, relatado en La Ilíada por la diosa Dione a su hija Afrodita, dos gigantes ctónicos, los Alóadas, Oto y Efialtes, encadenaban a Ares y le encerraban en una urna de bronce, donde tuvo que resistir trece meses. «Allí pereciera el dios insaciable de combate, si su madrastra [de los Alóadas], la bellísima Eribea, no lo hubiese participado a Hermes». «En éste se sospecha un festival de libertinaje que se desata al decimotercer mes». Ares estuvo gritando y aullando en la urna hasta que Hermes lo rescató y Artemisa engañó a los Aloadás transformándose en ciervo y haciendo que los hermanos se arrojaran sus lanzas uno al otro, matándose.

Existen relatos de un hijo de Ares, Cicno de Macedonia, que fue tan sanguinario que intentó construir un templo con las calaveras y huesos de los viajeros a los que asesinaba. Heracles mató a este abominable monstruo, provocando la cólera de Ares, a quien también derrotó, obligádole a volver al Olimpo.
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